lunes, 7 de noviembre de 2022

Causa, consecuencia...

No sos vos, soy yo. No es tu culpa, es mía. Cambiar a los demás es una tarea cuasi imposible, si ese alguien no desea cambiar. 

Las palabras nos dicen mucho, mucho más de lo que queremos decir; sin darnos cuenta abrimos puertas, ventanas, ojos, y podemos lentamente socavar los cimientos que comenzamos a construir. "No rompas el silencio, si no es para mejorarlo...". Será inmadurez, inocencia, o no sé; pero realmente creo que sos mucho más inteligente de lo que pensás, y por eso duele; ya que era cuestión de pensar un poquito antes de actuar. Igualmente repito, la culpa es mía, ya que deposito muchas ilusiones en algo que, claramente, está muy lejos de ser lo que imagino.

No suelo escribir en primera persona, pero siento la necesidad. Soy yo, diciéndomelo a mí, como si te lo dijese a vos. 

Ya no sé cómo decírtelo, intenté de mil maneras y si bien, el tiempo no fue demasiado y sí noté cambios, me doy cuenta de que el fondo de la cuestión está ahí, enquistado, marcado con tinta indeleble, y veo cada vez más difícil que pueda cambiar.

No digo que no me ilusione, igual eso es responsabilidad mía; ilusionarme con alguien con quien no debería hacerlo; no porque sea mala persona, o no sea genial; sino simplemente porque somos distintos, porque vemos las cosas de manera distinta, y es muy difícil que podamos coincidir.

Jamás quise ser un reemplazo, y lo dije; jamás quise ser comparado, y lo dije; sin embargo, todo el tiempo es lo único que siento; me siento la rueda de auxilio, y la verdad, no quiero serlo.

Se estruja mi corazón, se empañan mis ojos, la música de fondo me acompaña, y escribo lo que puedo para descargar. Como dije antes, no sos vos, soy yo; un yo que no acepta las reglas del juego al que lo estás invitando a jugar; un yo que está siendo dañado y que está viendo que esto no irá por buen camino. 

Lamentablemente estoy sintiendo que fue la persona equivocada, en el momento equivocado, y bueno, si sigue así, todo terminará como debe terminar... Vos seguirás con tus recuerdos (o no), y yo seguiré con mi libertad; podemos amarnos y por ello, ambos necesitamos sentirnos bien.

Me (te) dejo, no sin antes reivindicar que, el amor no se repite, las experiencias no se reviven; y si no nos permitimos vivir todo como si fuese una novedad, estamos condenados a vivir en un tiempo que no volverá...


Juan Pablo Yocca (1986 - ).

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