lunes, 26 de mayo de 2014

¿Paramos la pelota?

Casi siempre que intento escribir algo no sé por dónde empezar. Quizás sea la falta de práctica, inteligencia o creatividad; pero más allá de la causa, nunca sé cómo arrancar.
Voy entonces a comenzar con la siguiente pregunta: ¿alguna vez intentaron parar la pelota? Sé que parece ridícula, y muchos pensaran que se trata de alguna especie de obsesión con el fútbol debido a la proximidad de la Copa del Mundo, pero pido por favor que intentemos interpretarla y verla simbólicamente. Cada uno puede darle la interpretación que desee, y a continuación intentaré explicar la mía.
Si bien tan sólo tengo 28 años, y por tanto mi experiencia de vida es limitada con respecto a la de muchos de Uds., creo que en el último tiempo estamos asistiendo y formamos parte de una obra de teatro tragicómica de la cual no nos damos cuenta. No me estoy refiriendo a la política, situación económica, ni religión, sino a algo mucho más profundo.
Intentaré darme a entender mejor. Muchos de Uds. tendrán hijos y todos los que están leyendo esto, son hijos; mi pregunta entonces es la siguiente, si bien en la mayoría de los casos los progenitores desean la felicidad para sus hijos,  ¿creen Uds. que vamos por el camino correcto?
Día a día observamos cómo las personas compiten, envidian, estafan, y se destruyen amistades, relaciones de pareja y hasta familias enteras debido a la realidad en que vivimos. Es decir, priorizamos el llamado “éxito” personal por sobre muchas otras cosas y nos alejamos de ese“camino” llamado felicidad.
Ahora bien, no cabe duda de que todo lo que nos puede ofrecer el sistema es tentador, ya sea dinero, parejas, amistades – aunque muchas veces sean falsas-, reconocimiento y admiración por parte de los demás, viajes, casas, autos, etc. Sin embargo, y aunque la frase ya haya sido dicha más de un millón de veces y parezca trillada, ¿puede el dinero comprarlo todo?
Creo que hoy en día el dinero se convirtió en un símbolo del “todo”, y adquirió un valor por sobre todo; tal es así que hasta una vida humana cuesta dinero, y cuesta más o menos en base a lo que puede producir o producirá. Asimismo, el dinero pasó a ser un sinónimo de éxito y en consecuencia, -según los estándares actuales-  de felicidad.
Ahora volvemos a la pregunta inicial, ¿alguna vez intentaron parar la pelota? Creo que cada vez nos cuesta más trabajo hacerlo. Nos cuesta porque nos daríamos cuenta de que renegamos constantemente por cosas superfluas; nos daríamos cuenta, que nuestros hijos –no es mi caso porque no los tuve aún- llegan muchas veces hasta ser una molestia ya que lloran cuando uno quiere descansar tras un día agitado o cuando se “tiene” que trabajar; nos daríamos cuenta que hasta desconfiamos de nuestros amigos y que un apretón de manos ya no alcanza; nos daríamos cuenta de que el tiempo que creemos que invertimos en transitar un camino, realmente lo utilizamos en sumar a una ilusión.
Con todo esto no quiero hacerme el anarquista, ni promover una revolución, pero sí pedir que intentemos detenernos un segundo. Creo que estamos asistiendo a un espectáculo bizarro de deshumanización; si un chico nos pide una ayuda o intenta vendernos algo en un restaurante o bar, muchas veces observamos molestia en los comensales, y cómo diría un amigo: “si eso me causa molestia en vez de dolor, algo anda mal…”. Es decir, creo que la realidad que elegimos nos aleja poco a poco de lo que somos.
Por favor no tomen esto como un reproche, ni un texto de corte negativo, totalmente lo contrario, lo que deseo es dejar en claro  que la vida es hermosa y por tanto somos unos privilegiados por poder vivirla. Ahora sí,  intentemos parar la pelota 5 minutos y nos preguntemos cuándo fue la última vez que nos quedamos en la cama todo un día porque teníamos ganas; cuándo fue la última vez que nos reímos desde el alma; cuándo fue la última vez que jugamos como niños sin importarnos el tiempo, tan sólo el ahora; cuándo fue la última vez que cantamos de alegría sin importarnos lo que dirán los demás; cuándo fue la última vez que hicimos un barquito de papel y navegamos en él al mismo tiempo que se iba perdiendo a la distancia arrastrado por el agua de lluvia. Asimismo, cuándo fue la última vez que soñamos despiertos, que fuimos tras ese sueño y que intentamos cumplirlo.
Creo que para todo eso no hace falta dejar de trabajar, ni abandonar todo, sino simplemente otorgarle a cada cosa el valor que se merece; es decir, darnos cuenta que una sonrisa o un abrazo son mucho más importantes que un diploma o un auto nuevo.
Sé que suena utópico, ¿pero no creen que si todos ponemos un poquito de nosotros, tan sólo un poquito, podremos hacerlo? Adelanto mi respuesta, y digo que así como construimos monumentos, ciudades e imperios, podemos hacer lo utópico realidad.
(Juan Pablo Yocca 1986 - )

viernes, 9 de mayo de 2014

Lo que no sé

No me pregunten quién soy, porque no lo sé
no sé de dónde vengo, ni a dónde voy
Sólo sé que sigo un camino que no veo
un final incierto
Solo sé, lo que no sé

Miro hacia atrás y contemplo un espacio
vacío o lleno, realidad o ficción
he vivido lo que creo que he vivido?
o simplemente es mi imaginación

No es dolor o angustia lo que siento,
tampoco es pena o soledad;
no es miedo ni tristeza
no es amargura no es desazón

Si ni siquiera sé qué es lo que siento
mucho menos sabré quién soy
No sé si soy lo que siento
o ya ni siquiera soy el que soy

Un trabalenguas sin salida
sin rima, sin sentido
no es un poema ni una poesía,
es hacer catarsis por escrito


Juan Pablo Yocca (1986 - ).