miércoles, 18 de octubre de 2023

Tiempo

Tiempo, despiadado tiempo
que pasas sin pedir permiso,
sin mirar atrás
Como agua entre las manos te escurres
te vas yendo, 
sin que detenerte sea una opción

Nos adentramos en tus fauces,
y Gea es tu aliada,
Zeus no puede ayudarnos,
porque hasta él mismo sucumbió

Tiempo, estimado tiempo,
no puedo enojarme contigo
contra la nada universal, no se puede pelear
Sos absoluto, sos relativo
sos guardián, sos peregrino
no quiero que te vayas, aunque avances sin pedir permiso

Tiempo, bendito tiempo
amigo de la nostalgia, aliado de la eternidad,
vos no te detengas, seguí tu camino
yo mientras tanto, aprendo a caminar

Juan Pablo Yocca (1986 - )



 


sábado, 21 de enero de 2023

Un cañón, un puente, dos personas...

...Un cañón; debajo nada, pura oscuridad. En un margen él; en el otro ella. Un puente los une, y a la vez los separa. Para él, un puente sólido; para ella bastante endeble. Él la llama, le pide que cruce; ella titubea, no sabe qué hacer. Él se acerca hasta la mitad del puente para demostrarle su solidez y estira su mano, como invitándola a cruzar juntos; ella avanza un paso, pero retrocede al lugar de partida; repitiendo esto más de una vez. 

Él la alienta, le describe las posibilidades que hay al otro lado; ella lo escucha, dice que lo comprende y que le encanta lo que él propone, pero continúa con miedo a cruzar. 

Cada vez que él avanza para llegar hasta la mitad del puente y animarla a cruzar, aves salvajes lo atacan; se defiende, pero no puede evitar las heridas que cuestan cicatrizar. Él no tiene necesidad de realizar éste esfuerzo, y sin embargo continúa haciéndolo, ya que continúa confiando en el amor y en que juntos podrán vivir experiencias mágicas. Ella valora todo el trabajo por él realizado; pero siente impotencia al no poder cruzar; por momentos hasta se enoja con él, con ella, con la situación. En la cara de él puede vislumbrarse cansancio, agotamiento, pero sigue intentando convencerla a ella de que avance. 

Ante la parálisis de ella, él le explica que la única manera de estar juntos, es si ella avanza; ella dice no gustarle esa margen, pero algo no le permite avanzar.

Pasan horas, días, meses; el cañón se hace más y más ancho, como consecuencia del paso del tiempo. Cada mañana él se levanta para llamarla y pedirle que cruce, utiliza su imaginación, fabrica utensilios; pero ella  no se anima a cruzar. Se repite la secuencia de avanzar un paso y retroceder al punto de partida. En él, más cansancio y agotamiento; pero continúa intentado.

Poco a poco las cuerdas que sostienen el puente comienzan a deshilacharse; él le advierte que queda poco tiempo para cruzar, y que está muy agotado de tanto intentar; ella lo escucha, pero no puede comprenderlo.

Un día ella despierta, y siente que llegó el momento de cruzar; levanta la mirada y lo vé a él del otro lado del puente esperándola con los brazos abiertos. A pesar de que las cuerdas no están firmes como antes, avanza con decisión; desea abrazarlo y continuar transitando juntos los caminos que puedan presentarse. Finalmente llega a la otra orilla y al hacerlo, observa que él ya no está, que lo que veía era un árbol el cual confundió con la imagen de aquel hombre que por mucho tiempo la esperó. En ese momento, ella encuentra una carta que dice "Te esperé, luché y trabajé en pos de lo que pensé que sería nuestra felicidad; tus tiempos no son los míos, y aunque lo intenté, claramete mi esfuerzo no fué suficiente. Llegó el momento de avanzar cada uno por su cuenta. Te deseo lo mejor... Ojalá algún día lo entiendas. Adiós".

Ella llora desconsoladamente, pero él ya se fué para no volver; él continuó cruzando otros puentes, y avanzando por caminos por ella desconocidos. Ella resignada se sienta, y se queda viendo tanto el lado que dejó atrás, como éste, pensando "debería haber cruzado antes..."; no le queda nada por hacer, más que pensar en continuar sin él.

Juan Pablo Yocca (1986-).