Caés de rodillas y el calor se filtra hasta tus huesos; levantás la mirada y las aves de rapiña esperan un desenlace que sacie su sed de sangre.
A lo lejos crees ver un poco de alivio; un oasis que calme tu penar...
Pero no es más que un espejismo el cual, a medida que te acercás, más se aleja y tiende a desaparecer.
Aprendiste a ser un luchador, y esa es tu única arma; pero de nada sirve cuando ya no querés luchar más.
Atrás quedaron tus sueños, tus fantasías.
Atrás quedaron los ideales, y la bondad.
Solo quedan vos y el desierto.
Solos vos y tus ganas de gritar.
Juan PAblo Yocca (1986 - )
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